Relato encadenado MFS: Tercera Parte
Evidentemente es recomendable leer primero la Parte Uno y la Parte Dos.
Esta tercera parte incluye los fragmentos del undécimo al decimoquinto, y sus autores son, en este orden: Salva, la Organización, Gilen, León Pérez y yo.
Para quien sea lo bastante vago como para no querer leérse las partes uno y dos, o se las haya leido pero hace tanto que ya no se acuerda de qué narices va, puedo resumirles de qué ha resultado ir la historia:
El protagonista, de nombre Ezequiel, es un agente secreto al estilo de James Bond pero con la peculiaridad de que puede invocar criaturas como si se tratase del protagonista de Full Metal Alchemist y, que sepamos, le suelen asignar misiones que tienen que ver con primigenios a lo Lovecraft y otros seres sobrenaturales. Ahora mismo, después de unas vacaciones con abrupto final, está en el Vaticano, esperando los detalles de su misteriosa misión principal, el Caso Orquídea...
Me gustaría hacer hincapié en que cualquier persona puede participar en la continuación de este relato. Incluído tú. Sí, tú, el que estás leyendo ahora esto. Sal de las sombras, date a conocer. O participa de forma anónima, da lo mismo. Sólamente tienes que enviar un e-mail a la dirección que aparece al final de este otro artículo para pedir la vez.
Más información sobre esta constructiva, interesante y lúdica actividad.
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Algo salió mal durante la reentrada en la atmósfera terrestre. Quería gritar pero una súbita sensación de calor arrasó mi esófago. La cabina estaba en llamas y en menos de un instante me había desintegrado junto a la nave.
Desperté en mi habitación. Tardé un segundo en darme cuenta de que había sido un sueño. Pero con mi experiencia cualquier fragmento de información, real u onírico, merecía ser tenido en cuenta así que abrí mi diario y lo transcribí tal y como me acordaba.
Estaba a salvo, en el Vaticano. Leí el periódico de la mañana: “(...) ataque terrorista en Madrid vuela por los aires un hotel y provoca 300 muertos e incontables heridos. Al parecer los terroristas usaron también un fuerte alucinógeno ya que los testigos afirman haber visto...”
Hay que reconocer que
Por otro lado, aquel monstruo-hotel era un arma, un minor primigenĭus a órdenes de algún brujo, probablemente, aquella figura en la azotea. No sé por qué intentaba matarme, pero los agentes como nosotros estamos acostumbrados a que gentes que no conocemos traten de borrarnos de la faz de este mundo.
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Le encontré sentado en un banco en
- El Perro de Roque no tiene rabo – le dije. Él me miró con cara de póker.
Justo entonces, una joven me cogió del brazo y se me llevó a rastras.
- ¿No para nunca de hacer el payaso, Bermejo?
Ah, vale, mi contacto era esta chica.
- Espero haya tenido un buen viaje y se encuentre descansado – dijo – porque le necesitamos despierto y alerta.
Decidí que mejor no le decía a mi acompañante que me dolía todo el cuerpo y que de no ser por los seis capuchinos que me acababa de tomar, no podría ni abrir los ojos.
- Hemos detectado una serie de brechas dimensionales no muy lejos de aquí – prosiguió mi contacto – Parece ser que en
Asentí, aún sin saber qué pintaba yo en todo aquello.
- De las grietas han surgido unos… “seres”, que están destrozando las instalaciones. Hemos sellado el complejo, pero antes de volarlo por los aires – procedimiento clásico de la organización cuando algo se les va de madre – queremos estudiar la naturaleza de esas grietas… y a ser posible hacernos con uno de esos seres.
- Y han pensado en mí para hacerles el trabajo sucio, ¿me equivoco? – respondí sonriendo.
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Pero tampoco me extrañaba… de un tiempo a esta parte me había convertido en el marginado del C.E.R.D.O., pues mis practicas a veces les chirriaban, aunque a mi también me jodían las suyas y nadie me había preguntado…
Aun así su existencia era útil. El mundo se había vuelto una locura desde la apertura de las puertas de Ávalon en la antigüedad, y el caos que se desencadenó solo pudo ser detenido con la formación de organizaciones como la nuestra que resolvían la situación y luego maquillaban la verdad lo mejor posible. Por desgracia eso nos causa muchos problemas con el orden establecido…
Ya había tenido bastante en mi vida como para tener que aguantar la infatigable persecución de aquel oficial de
Y a ello iba. Sospechaba que este nuevo caso era otro de tantos intentos humanos de crear un portal de vuelta a Avalon, pues aun hay quien quiere saber qué más hay allí (Ya sabéis, a las empresas de cosméticos les encantaría dar con la fuente de la eterna juventud…). Y así, en un cutre Renault R7E (“El coche eléctrico del siglo XXI al precio del siglo XX”, ¡Ja!) veía los kilómetros reducirse hasta mi destino… 57… 56… 55…
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3… 2… 1… La instalación permanecía en calma. En la garita de control de la entrada permanecían ajenos al infierno que contenía la instalación que protegían. Era lo habitual. Para mantener el secreto, todo lo que está dentro de la instalación queda sellado, sin posibilidad de salir al exterior, sea monstruo interdimensional, científico o la chica de los cafés. Ya se sabe,
Esto causaba un curioso efecto. El equipo de guardia exterior de estos centros, en caso de accidente, como tienen un trato casi nulo con el interior y
Me disponía a pasar el control tranquilamente gracias a alguna de las identificaciones falsas de las que disponía, cuando la última mirada que pensaba encontrarme en este mundo de nuevo se cruzo delante de mis ojos.
- ¿Ezequiel?
Habían pasado muchos años, pero, sin embargo… Era ella… La pequeña Sara se había convertido en toda una mujer. Le entregue mi identificación sin pestañear.
- Pero si aquí pone que te llamas José.
Como se dice en el la jerga más especializada, acababa de meter la pata hasta el fondo.
- Esto…
De repente, una gran explosión reventó la entrada del edificio.
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¡BOUUUUM!
Aún estaba digiriendo la extraña e inesperada escena que estaba viviendo con mi reencontrada amiga, así que a pesar de mi experiencia la detonación me hizo pegar un brinco.
Mientras veía el humo saliendo de lo que antes era la compuerta, mi mente, desorientada, se puso a divagar.
Me pregunté por qué narices tenía que utilizar documentación falsa para entrar a uno de los complejos de la propia Agencia para la que trabajaba y cómo narices había acabado mi amiga de la infancia trabajando de peón en una garita circundante al lugar donde se había desarrollado el desastroso caso Orquídea. También me dije inocentemente que la Agencia ya no tendría que preocuparse por volar el lugar por los aires.
Y entonces me di cuenta de que no habría tanta suerte; la explosión, proveniente de dentro, habría volado la entrada del complejo, pero las grietas dimensionales accidentalmente formadas -y las criaturas de pesadilla que salían de ellas- aún seguirían en el interior, y ahora mi misión se había extendido, de infiltrarme y capturar uno de esos seres de otra dimensión, a además volver a sellar el complejo para impedir que bichos tales se escaparan y dominaran la Tierra. Y tenía que hacerlo rápido, tal y como sugerían esos tentáculos y garras que ya se asomaban por el lugar donde antes estaba la entrada.
-Sara, ¡márchate!
Pero ella había salido de su garita con un lanzacohetes enorme al hombro. Eso me dejó aún más confundido.
Continuará...
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