29 diciembre 2008

Foto WEE


Imagen original aquí.

26 diciembre 2008

23 diciembre 2008

Crónica del Salón del cómic de Zaragoza 2008.

Querido diario:


Al final conseguí venir a Zaragoza, en autobús, que me enteré que es un medio más barato. Llegué al Salón el viernes a eso de las ocho de la tarde, casi el último, saludando a todo el mundo. Éramos ciento y la madre, y de algunos llevaba sin saber cosas desde el año pasado; es lo que hace estar tan desactualizado.

Lo compré todo antes de que se acabase: 4 Weezine #2 (tres de ellos para amigos míos), 2 Weezine #1 (para dos de los amigos de antes), la versión en papel de El Gran Héroe (pa mí), el Mario Katz y el pack completo de chapitas. Muchos webcomiqueros me miraban mal cuando les pedía que me firmaran y dibujaran todo ese lote de golpe. El Salón cerró enseguida.


Después de pasar por el Hostal nos fuimos en masa a cenar en el Museo de la Tortilla, que es como el Museo del Jamón pero, sorprendentemente, con tortilla. Me arrastraron a continuación hasta La Cucaracha (bueno, vale, no me arrastraron, tenía la posibilidad de irme a dormir con los WEE buenos, pero tenía curiosidad por ver cómo intentaban hacerme beber), un garito con la música tan alta que el único que podía hablar era Koopa, que pasaba el tiempo explicando la Recursividad a Ismurg en catalán. Asistí al último acto, que lo hizo en español, pero para mí no supuso diferencia alguna.


Al día siguiente, obviando el obligatorio desayuno en la Churrería La Fama (donde curiosamente cupimos todos), nos pasamos todo el día en el Stand. Monroe y Megachix anunciaron que se casaban, el primer matrimonio entre WEEs, y hubo gran regocijo.


En un momento dado me di un garbeo por el resto del Salón. Encontré una rareza interesante: la versión en cómic, publicada por Marvel, del libro/película de 2010: Odisea 2, la segunda parte de 2001: Odisea en el espacio. Tenía pinta de ser de quinta mano, pero me lo agencié de todos modos. También compré segundas y terceras partes de fanzines que conocía, sobre todo por intercambiarles la versión en papel de mi cómic el año anterior, y por supuesto el fanzine de Wargo y sus amiguitos. Una amiga de Wargo me adoptó con el permiso de éste.


Después me tocó mi hora feliz, la hora en la que según el horario tenía yo un espacio donde sentarme tras el Stand, coger papel y lápiz y hacerme el importante firmando dibujitos a los incautos que no sabían que yo no era famoso ni sabía dibujar.

Entre las cosas que se llevaron había un ominoso, un chtulo, un lápiz en perspectiva descomunalmente acusada, un híbrido de pene con tetas, un mono (a.k.a. vicio) de tres cabezas, y un negro albino nazi judeocomunista.


Por la noche, cada minigrupo de compañeros de habitación se fue a cenar por su lado (el nuestro, compuesto de Xitoshi y Pulwef/Arteaga, cenó calamares y pinchitos varios), y después habíamos quedado todos en un sitio llamado El licenciado Vidriera, donde teníamos reservada la parte de abajo.

Esta vez se herniaron más a la hora de hacerme beber; los premios para los más aguerridos son:

-Zulai: Que me hizo probar algo que resultó estar mu rico, algo así como granadina de fresa, que sabía a la gelatina en tubitos que se puede encontrar en una tienda de chucherías.

-Zelgadis: Que me hizo acabarme lo que le quedaba del agua de Valencia, que sorprendentemente no sabía a pis.

-Thephry Khy: Que no consiguió hacerme beber pero se puso mu, mu pesao.


La parte del fondo del lugar parecía el escenario de una película de la GESTAPO (o de la escena esa de Casino Royale donde casi deja LeChiffre insatisfechas a muchas chicas Bond en potencia.), con una silla de madera alumbrada por un débil flexo que colgaba del techo, y hasta había en la pared un accionador de electricidad, que la mente de los más perversos conectaba imaginativamente a la silla. En ella sentaron a Monroe y Laian entre otros.

Fue una noche mágica: Por cortesía de quienes trajeron su USB, por los altavoces salieron melodías como Camino Moria, Digimon y Still Alive. ¡¡Still Alive, del Portal!! ¡¡A todo volumen en un pub genérico!! Y, por supuesto, la treintena de personas que érmos catando las letras en círculo, dando saltos, bailando, a voz en grito. De vez en cuando pasó por allí algún despistado y asustadillo grupo de personas normales, pero esta vez los frikis éramos mayoría. ¡El mundo al revés!


La mañana siguiente miré la hora de mi teléfono móvil, eran las once pasadas, y me pregunté cuánto tardaríamos en llegar a la churrería donde habíamos quedado nuevamente a las diez menos diez. La respuesta era una hora, es decir, no estuvimos listos hasta las doce. En la churrería había demasiada gente esta vez así que nuestro minigrupo se fue a desayunar a una cafetería camuflada de Restaurante Chino (palabras de Pedro Kat).

Cuando llegamos al Stand, a las trece horas, sustituí a Defriki como firmante y vendedor a pesar de que mi hora feliz había expirado el día anterior, así que volví a tener una hora feliz, hasta el intermedio del salón, a las dos.


Antes de la reapertura del salón, me reencontré con la amiga de Wargo que me había adoptado y con Hock y Katakraos, que habían venido por fin en coche, y nos pasamos por la casa de ella. De vuelta al salón sólo hubo tiempo de realizar y recolectar unos cuantos dibujos más, incluyendo unas condensadas instrucciones para bailar de Anamarek.


La amiga de Wargo que me había adoptado me regaló un CD de música de unos amigos suyos de Malavida que no tienen pelos en la lengua, y El Listo y yo nos marchamos en taxi hasta la estación de las Delicias. Él partió hacia el norte y yo hacia Madrid, y aproveché el trayecto de autobús para terminar de leer, de una vez por todas, el Weezine #2, entre el resto de material que había comprado. Me sorprendió a la vez que emocionó y me hizo saltar una carcajada descubrir mi cómic en las estanterías de la tienda de Desi y Draco. ¡Muchas gracias, Zelgadis! De nuevo una demostración de lo genial e inimitable que es la gente con la que he pasado el fin de semana.


Y después de escribir esto me despido para continuar con la tristeza post-coital que es estar de vuelta en Madrid.


Besos,

FJ.

18 diciembre 2008

Noticias ECDLE

Como ya sabe todo el que conozca el WEE, -y si no sería un poco muy tarde para anunciarlo-, este fin de semana (días 19, 20 y 21 de diciembre) tiene lugar el salón del cómic de Zaragoza, en el que la comunidad tiene un trato especial. Asisten ziRta, Morán, Defriki, Laian, el Señor Mejillón, Koopa, Fadri, El Listo, Anamarek, Monroe, Megachix, gOrDiNfLoW, Toni T. Morro, Draug, Ismurg, Jose, Pedro Kat, Trigork, Zelgadis, Mar, Iván y Nacho, Elfangor, Wargo y un servidor. Entre las actividades que se realizarán se incluye la presentación del Weezine 2. Últimamente me he pasado bastante poco por el foro, pero los tíos son tan majos que hasta me han dejado un huequecito en el horario para hacer firmas. *.*

17 diciembre 2008

Soñar despierto

El otro día me sucedió algo curioso en clase de Anatomía. No había dormido nada la noche anterior, y estaba un poco atontado. Tocaba clase con modelo. Modelo masculino (lástima, porque sino se me habría pasado el sueño rápidamente). Fue el tipo, se despelotó, y todos a su alrededor nos pusimos con nuestro papel y lápiz a hacerle dibujitos.

El caso es que estaba adormilado. Tenía frío y me puse el abrigo. Pero el gustoso calorcillo dentro del abrigo me dio mas sopor todavía, sin que casi me diese cuenta. El hombre se tumbó, y a la señal del profesor, comenzamos a hacer el dibujo de su tercera pose. Parece ser que teníamos quince minutos para eso. Deberíamos empezar haciendo el embloque, el exoesqueleto de ese hombre, y construir el dibujo definitivo a partir de él. Pero mis sentidos se embotaban, no podía pensar demasiado en eso, y solamente esbocé el embloque, empezando a dibujarle tan abocetado como los dibujos que hago en el metro, y después añadiendo detalles casi sin pensar, o más bien pensando cosas extrañas, montándome mis propias películas mientras trataba de no cerrar los ojos.

Esa mano, me ha salido torcida… No debería estar tapando la rodilla. Algún ente diabólico debe haberme hecho esa faena, debe de haberla puesto mal, sólo por boicotearme. Pero yo seré más listo que él, por eso colocaré la mano donde debe estar, donde la tiene puesta el modelo frente a mí… que, por cierto, no tiene la pierna tan larga como en mi dibujo. Mierda, lo han vuelto a hacer. Malditos comunistas. El gobierno debe hacerse cargo de eso. ¡Reduzcan la pierna.! No debo permitir… Es curiosa la máscara que lleva este hombre. Me pregunto qué tendrá debajo, frente al pelo, lo único real que de él se ve. ¿Será el hombre de mi dibujo el mismo que tengo delante? No, claramente tiene una fisionomía diferente, y probablemente también tenga un modo de pensar distinto, una vida social distinta. Puede que ni siquiera se lleven bien si los ponemos en la misma habitación, aunque ni siquiera sé si le gustará que lo saque del papel…

-¿Eh? Fernando, ¿qué pone ahí?

Era el profesor, que estaba echando un vistazo a mi dibujo por encima de mi hombro. Doy un involuntario respingo, esperando que no se me hubiera notado el cansancio (que se me había quitado de golpe), que no hubiera cabeceado en exceso.

-¿Qué? ¿El qué? ¿Qué pone dónde?

Miro mi dibujo. Había escrito tres palabras al lado de la cabeza del modelo y ni siquiera me había dado cuenta.

-¡Ostras! No es nada…

Las taché antes de que se parase a leerlas.

-Perdona, profe, es que se me va la pinza…

Pero ya no me estaba prestando atención, estaba corrigiendo el ejercicio a un compañero.

¿Cómo pude escribir tres palabras (en realidad dos palabras y media) sin ni siquiera darme cuenta? Haciendo memoria, me suena que alguien me ha comentado alguna vez que un grupo de escritores se dedicaba a juntarse, a beber como cosacos, y a escribir cosas en estado de embriaguez; y al día siguiente leían sus obras, de las que ni siquiera se acordaban, y de las que parece que salían cosas curiosas. A ver si es verdad lo que dice mi amigo Katakraos, que me emborracho por osmosis.

Las dos palabras y media eran:
Relato
BOLIVIA
ivo

04 diciembre 2008

Relato encadenado MFS

Marmotfish Studio ha organizado la creación de un relato encadenado, es decir, cada participante continúa la historia donde la dejó el autor anterior. Se pueden mirar las bases y apuntarse aquí.

A continuación está todo lo que hay del relato hasta ahora, para que lo podáis leer de forma seguida.

Los autores de los siguientes fragmentos han sido Salva, León Pérez, Chang, Charlie R Vesco, Transon, Gilen y yo mismo.


“Nos sentamos en el restaurante, yo pedí vino, ella martini.”

– Y, dígame ¿cuál es su nombre? – Dijo, con el particular tono de quien es del sur, de Granada o Sevilla.

– José García Castellón

– Mentí, mi nombre es Ezequiel González Bermejo, nacido en León en 1979 y fallecido en Valencia en 1999 según el registro civil.

– ¿Y a qué se dedica señor García? – Continuó con su interrogatorio, mirando por encima de la carta con sus ojos negros detrás de la estrecha montura roja de sus gafas.

– Practico abogacía – Volví a mentir. A los diez años ni siquiera sabía leer o escribir. Prácticamente le debo toda mi educación a la Agencia, mi educación y mi lealtad.

– ¿Disfruta de su trabajo? – Inquirió mientras tomaba un corto sorbo de su copa.

– Siempre – ¿Saben? Es un alivio responder con franqueza de vez en cuando.

“El camarero vino a tomar nota, interrumpiendo nuestra animada conversación”.

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¿Qué desean los señores?

Mientras ella pedía su comida, algún plato tan caro como escaso, no podía dejar de observar al camarero. No sería de…

– ¿Y usted, caballero? – No me dejó ni abrir la boca cuando empezó con su monologo con ese horrible acento francés.– Si no es indiscreción, debería probar el plato especial de la casa.

No tuve oportunidad ni de preguntar sobre su “recomendación”, pero me esperaba lo peor.

Gésiers de C.E.R.D.O. à la mission urgente

– Lo cierto es que no me apetece mucho C.E.R.D.O. esta noche. – Me gustaba mi trabajo, pero era mi noche libre, aunque, cuando trabajas para la Agencia, lo primero es lo primero.

– Pues es una lástima, porque ya está todo preparado para el señor. –

La cena estaba servida. Mollejas de C.E.R.D.O. (Comisión Especial Radical de Delitos Organizados) a la misión urgente. Sólo me quedaba una opción.

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-Bueno, en ese caso aceptaré la recomendación, sería faltar el respeto al chef...¿Qué nos recomienda para beber?

-Tenemos una deliciosa Piña Sedada para acompañar el plato de la dama y para usted le recomiendo un champagne à la matine dernière.

Así despacharían a la chica y me mandarían a otro infierno al día siguiente. Esperaba que esta fuera más entretenida que aquella en la que apenas salí con vida gracias a mi PLUMA (Proyectil Luminoso Unidireccional Montado en el Arma, una bengala) y a mis conocimientos de escalada.

Tras la cena procedí a acompañarla a su habitación, ya que la bebida había hecho efecto en ambos y debía darme prisa.

Tanta que se durmió antes de que pudiese preguntarle su nombre.

Y así me vi, con la ropa en la mano y el frío subiéndome por la piernas en medio del pasillo mientras se acercaba mi Contacto con una media sonrisa y un traje de seda roja que no dejaba dudas sobre sus intenciones.

-Esta vez os habéis pasado... Podíais haber esperado a la mañana para llamarme...

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Sin respuesta. Solo me tendía la mano con intención de saludarme. Yo reaccioné estrechando su mano, al tiempo que penaba que cualquier mujer que hiciera este gesto de forma habitual solo podía ser lesbiana, lo que estropeaba cualquier intento por mi parte para SEDUCIRLA (Sedarla Estando Desnudos, Untarle Caramelo, Inclinarla y… el resto es apto para menores)

-Agente, ¿qué es lo que piensa? Está sonriendo tontamente.

La mujer me sacó de mi mundo. Parecía dispuesta a no permitirme ni una. Pero ya me daba igual, era la tónica habitual. Casi se podría decir que era mi Nordic Myst de siempre, pero con menos burbujas y más amarga. Una decepción, por supuesto.

Caminé tras esta insinuante, pero inmune a mi seducción, fémina por un largo pasillo de moqueta roja hasta que algo llamó mi atención. Era como si ya hubiéramos estado antes ahí, pero no sabría decir exactamente el porqué.

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Me daba igual. Me limité a seguir sus pasos, atravesando aquel delirante hotel decorado al estilo imperio. Los candelabros, enfermízamente sobrecargados, parecían presagios de una caída inminente.

¡DING!

Las puertas del ascensor se abrieron ante mí. Ella entró primero y yo la seguí. Aquella abigarrada máquina de cuerdas y poleas descendía

-El caso Orquídea se nos ha ido de las manos –dijo, finalmente, cuando llegamos al hall de aquel extraño hotel– La conexión que esperábamos encontrar ha resultado ser letal. Es muy probable que...

Apenas noté el primer impacto. Durante un instante, se hizo el silencio. Recuerdo que me vino a la cabeza, no sé por qué, la imagen de una gigantesca catedral en medio de un lago. Después volví a ser golpeado, creo que fue una silla, y caí al suelo.

ZUM-ZUM! ZUM-ZUM! ZUM-ZUM!

Todo se agitaba violentamente a mi alrededor. Las tablas que cubrían las paredes comenzaron a resquebrajarse, empujadas por un golpeteo rítmico, como si el propio hotel quisiera deshacerse de una piel ajada y marchita. El papel pintado se deshacía, mostrando alguna clase de viscosidad orgánica en lo que hasta hace un instante parecía un simple pasillo. Algo mucilaginoso y pálido emergió de aquella informidad y aferró a mi Contacto, arrastrándola hacia sus chapoteantes entrañas. Porque aquella cosa tenía entrañas, y súbitamente tomé consciencia, con horror, de que estábamos en ellas.

-Qué mal me sienta la bebida... -murmuré, y eché mano a mi Colt.

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BANG!

El disparo retumbó de forma extraña, y un olor como a calamar tostado salía del humeante agujero resultante.

Cargando con el hombro, crucé aquella masa, llenándome de porquería en el camino...

Corría por los pasillos con un chapoteante sonido mientras todo lo que veía se transformaba en aquella cosa. Entonces sentí como el hotel viviente comenzó a bambolearse. Podía escuchar los ecos apagados de sonidos del exterior, hasta que una bocina se acercó tanto que apenas tuve tiempo de esquivar el autobús que atravesó las viscerosas paredes. Me acerqué cruzando varios niveles de viscosidad. Había un par de abuelos, una chica vestida de animadora, una señora con la compra... todos ellos inconscientes o muertos. Alguien tenía que parar esto.

Intuí que lo mejor sería moverse hacia arriba, desde donde podría encontrar al responsable de todo aquello, o al menos tener las mejores vistas en movimiento de la ciudad. Comencé a subir por unas escaleras cuya madera parecía adherirse a mis zapatos italianos (otros para tirar a la basura), pero al llegar al tercer piso, el camino se cortaba en un chorreante precipicio.

Me di la vuelta y disparé. Mis cálculos fueron correctos y donde debía estar la pared al exterior se abrió otro apestoso agujero. Me asomé y miré hacia arriba. Podía ver cómo nos desplazábamos por la ciudad, y por encima, la silueta del hotel cambiaba. Me aferré a un cable que ondulaba en el exterior, agrandé el agujero y comencé a trepar por el lateral del edificio.

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El torpe movimiento de la cosa hacía balancear el cable a un lado y a otro, y pintura seca, ladrillos y balcones enteros me caían encima. Tras unos metros recorridos, pude apreciar una silueta humana esperándome en la azotea, demasiado lejos para que pudiera reconocerla.

De pronto, unos proyectiles empezaron a pasar silbando junto a mi cabeza e hicieron agujeros en la pared. Alguien me estaba disparando. Desde abajo. Miré por el rabillo del ojo y me invadió una profunda sensación de tedio. A pesar de estar tan abajo, el inspector Mostacho era inconfundible. Me habría visto a través de unos prismáticos, y probablemente se creería que era yo el responsable de todo este jaleo. Pensando en cómo protegerme de esa amenaza, pequeña pero real, aprecié una falta de tensión en el cable que me sostenía. Parece ser que se había soltado de donde estuviese agarrado, o bien la simpática figura de lo alto lo había cortado.

Caía. Intenté agarrarme a cosas sólidas o pisar algo para tratar de disminuir la velocidad. Salté de una plataforma a otra como Super Mario, pero todo a mi alrededor se resquebrajaba casi al instante, y caía, me encontraba en caída libre. Y a todo esto, Mostacho no dejaba de dispararme. No quería correr el riesgo de que yo consiguiese evitar la caída, o que incluso sobreviviera a ella; quería acabar conmigo de una vez por todas. Pero no tendría esa suerte.

02 diciembre 2008

¡Más felicidades!

¡Felicidades, Adama! ¿Cuántos ya?

Y un regalo para el comandante, una nave nueva:



Al límite de horario, pero aún dentro, llegué. Apiadáos de este pobre diablo sin tiempo antes de apedrearlo.